26/11/12

· No retorno ·


Fui puntual a mi partida de dominó. Terminé rápido el café y el paripé. Me urgía salir. La obligación de estar con mi familia me acuciaba a coger la puerta y largarme. Pero también saber que me esperaban mis amigos pescadores que habían acabado su faena con el mar. Las escamas de su última jornada se confundían sobre sus uñas. Las veía incrustadas en sus dedos cuando tumbaban una ficha de dominó marcando el final de la jugada. Me esperaban en el pósito girando las fichas boca abajo, frotando su lado blanco sobre el mármol blanco de la mesa y en su lado negro rozando las yemas de los dedos de uñas con escamas.También me apremiaba el pulso tembloroso, el que se aplaca con el primer trago de sol y sombra. El segundo trago sol y sombra asegura la jugada vencedora del dominó. El tercero la tambalea y el cuarto restaura la bruma del retorno al hogar: 3 kilómetros por la carretera a Bédar. 
Me abrigo me despido y comienzo  a caminar. El frío no altera los grados de mi cuerpo, puestos en su sitio por el calor del sol y sombra. Emprendo un camino largo oscuro y silencioso, plagado de eses, las eses de mi vida.  Me detengo para  prender un cigarrillo. El viento del norte apaga mi llama. Le doy la espalda al viento del  norte para proteger el encendido en la solapa de mi abrigo y me pongo mirando al sur. Me olvido que tengo que volver sobre mis pasos, volver sobre las eses y girar en el sentido norte. Reemprendo mi camino equivocado hacia el sur y derivo en la ciudad de la que partí. Camino de vuelta, al no retorno.
Los vecinos ven mi regreso y me dan cobijo una noche además de tregua para retomar mañana el camino de vuelta a casa, el del no retorno. 


20/11/12

· Rizoma ·


Cerré los ojos.
Me sumergí sin escafandra
a toda velocidad.
Descubrí dos plantas más abajo
a la altura de mi estómago
un lago oscuro cubierto de nenúfares
rodeado por árboles negros y húmedos
acariciado por una niebla
ligera y evanescente.
Silencio.
Nunca lo había visto antes
nunca había escuchado silencio tan opaco.

¿Cómo puede mi estómago
albergar semejante paisaje
y que mis ojos no lo hayan visto antes?

Lago negro
eres rizoma
esencia que impulsa desde su letargo.

Eres parte de mi.
Acabo de reconocerte y he vuelto.


12/11/12

· Hijos Bastardos ·



Son hijos bastardos. Soy madre de hijos bastardos.
Prefiero que les abran los ojos así.
Aunque sea con faltas de ortografía.







9/11/12

· Acoso y derribo ·


Amaia Egaña, 
lloraré la desesperación de tu último minuto.


Amaia tenía 53 años. Sus dificultades económicas le impidieron pagar la hipoteca. Sé cómo proceden las entidades financieras: llaman con insistencia, acosan, amenazan. Yo sé hasta aquí. Ella no. La hostigaron y siguieron su rastro hasta que la acorralaron. Apuntaron el disparo en la nuca con una amenaza de muerte: el desahucio. Ella prefirió salvar su honor con el acto más sublime de libertad: el suicidio. El acto más excelso del querer del hombre, siendo un acto de total sumisión a la voluntad de vivir. 

Quien comete un suicidio busca con desesperación liberarse de males y dolores antes que acabar con su vida. Si pudiera escapar de los males que lo angustian sin recurrir a la propia muerte, lo haría. Un suicidio es realmente una manifestación de voluntad de vida.

El suicidio, lejos de negar la voluntad de vivir, la afirma enérgicamente. Pues la negación no consiste en aborrecer el dolor, sino los goces de la vida. El suicida ama la vida; lo único que le pasa es que no acepta las condiciones en que se le ofrece. Al destruir su cuerpo no renuncia a la voluntad de vivir, sino a la vida. Quiere vivir, aceptaría una vida sin sufrimientos y la aceptación de su cuerpo; pero sufre indeciblemente porque las circunstancias no le permiten gozar de la vida.

Shopenhauer


6/11/12

· Desolación ·






Tengo la lágrima fácil para las emociones cortas. Lo que dura una escena en cualquier gesto de la vida cotidiana, en los segundos en los que transcurre un recuerdo entrañable.
No tengo lágrima fácil para las dificultades largas que requieren un proceso de resolución razonado y analítico.
Es muy probable que el termómetro hormonal tenga su influencia en las variables de  provocación lacrimógena.
Pero quedan las emociones de lágrima sentida, intensa y de duración estimada entre 60 y 120 minutos. 
Son lágrimas derramadas por dos motivos: la impotencia y la injusticia. Estas llantinas son las que impactan como un meteorito sobre mi ser y las que duplican el enrojecimiento y el tamaño de mi nariz, mis párpados y mis labios. No son frecuentes pero sonadas. 
Hoy ha sonado una de ellas por dos motivos: la agonía de unas niñas aplastadas en una marabunta de insensatez, amigas de mi hijo que viene del homenaje de velas encendidas en el metro de nuestro barrio. El otro, es la visión de unos preciosos ojos azules derramando lágrimas, aferrados a los barrotes del balcón de una casa desalojada a la fuerza.   Desolación.



3/11/12

En mi memoria: García Calvo.



Agustín García Calvo fue uno de mis maestros en la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense. Esperábamos en la puerta del Aula Magna como si fuéramos a participar en un acto sagrado de enorme enriquecimiento espiritual. Y así era. Cada clase magistral ensanchaba  nuestro espíritu crítico [en el sentido filosófico del término] en unos cuantos centímetros. De tal modo era, que escuchar distintas oratorias del Maestro ya fueran sobre los clásicos, las locuciones latinas, la permanencia del Ser... Todas ellas eran garantía de volver a poner el pie en el pasillo con el espíritu aumentado y satisfecho.
En varias ocasiones, tuve oportunidad de tomar un café con él en el bar de Filosofía. El Maestro se transformaba en un alumno más, sentado en la mesa donde también jugábamos al poker. Apartábamos la baraja y se sentaba con nosotros. Eso era poner un pie en el pedestal y otro en la acera de la realidad de la que tanto huía. 
Después de mucho tiempo tuve la gratísima sorpresa de encontrármelo con la palabra tomada en una asamblea del 15M. Tuve la certeza de que me orientó bien entonces y que supe seguir sola el camino marcado, sin perderme, hasta reencontrarme de nuevo con él. ¡El corazón se me hizo sol!

Fue impacto y huella en mi ser la capacidad oratoria y provocadora de su discurso destructivo y desesperado con el que desenmascaraba la mentira de nuestro tiempo. Siempre dijo NO al poder, al estado, al capital, al individuo, a la pareja, a la familia, al progreso. Su pensamiento fue el del descreimiento para hacernos descubrir que la realidad es una mentira. 

Me transmitió el arte de desaprender. Eternamente agradecida, Maestro. 

Sit tibi terra levis.