6/11/12

· Desolación ·






Tengo la lágrima fácil para las emociones cortas. Lo que dura una escena en cualquier gesto de la vida cotidiana, en los segundos en los que transcurre un recuerdo entrañable.
No tengo lágrima fácil para las dificultades largas que requieren un proceso de resolución razonado y analítico.
Es muy probable que el termómetro hormonal tenga su influencia en las variables de  provocación lacrimógena.
Pero quedan las emociones de lágrima sentida, intensa y de duración estimada entre 60 y 120 minutos. 
Son lágrimas derramadas por dos motivos: la impotencia y la injusticia. Estas llantinas son las que impactan como un meteorito sobre mi ser y las que duplican el enrojecimiento y el tamaño de mi nariz, mis párpados y mis labios. No son frecuentes pero sonadas. 
Hoy ha sonado una de ellas por dos motivos: la agonía de unas niñas aplastadas en una marabunta de insensatez, amigas de mi hijo que viene del homenaje de velas encendidas en el metro de nuestro barrio. El otro, es la visión de unos preciosos ojos azules derramando lágrimas, aferrados a los barrotes del balcón de una casa desalojada a la fuerza.   Desolación.



No hay comentarios:

Publicar un comentario