13/12/08

Sexta elegía de Duino. R.M. RILKE

Higuera: desde hace cuánto tiene sentido para mí
cómo omites las flores casi por completo,
y dentro del fruto tempranamente resuelto,
sin pompa alguna, encajas tu secreto puro.
Como el tubo de la fuente, tu curva rama impulsa
la savia hacia arriba y hacia abajo: y brota del sueño,
casi sin despertarse, a la dicha de su más dulce resultado.
Mira: como el dios en el cisne.... Pero nosotros nos demoramos
ay, celebrándonos en el florecer, y ya delatados, penetramos
en el meollo retrasado de nuestro fruto perecedero.
En algunos el impulso de la acción afluye con tal fuerza,
que ya se aprestan y arden en la abundancia del corazón,
cuando la seducciónde florecer, como suave viento nocturno,
les roza la juventud de la boca, los párpados:
son quizás los héroes y predestinados al más allá,
aquéllos a quienes la muerte jardinera solícita, tuerce las venas de manera diferente.
Estos se arrojan hacia adelante: a su propia sonrisa preceden,
como las cuádrigas en los apacibles
bajorelieves de Karnak al rey victorioso.
Pues extrañamente cercano es el héroe a los jóvenes muertos.
La duración no lo estrecha. Su camino ascendente es la existencia.
Continuamente se remonta y entra en la cambiada constelación
de su constante peligro. Allí pocos podrían encontrarle.
Pero el destino, que nos silencia tenebrosamente, súbitamente exaltado,
canta al héroe, introduciéndolo en la tempestad de su mundo tumultuoso.
Mas a nadie escucho como a él. De un golpe me traspasa,
con el aire en ráfagas, su tonada sombría.
Entonces, cómo quisiera guardarme de la nostalgia: Oh, si fuera,
si fuera un muchacho, si pudiera llegar a serlo, y sentarme,
apoyado en unos brazos futuros, y leyera lo que se cuenta de Sansón,
cómo su madre, primero infecunda, parió luego todo.
¿No era ya un héroe en ti, oh madre, no comenzó
ya allí, en ti, su elección soberana?
Miles se gestaban en tu vientre y pugnaban por ser él,
pero mira: él apresaba y soltaba, eligió y pudo.
Y si derribó las columnas, fue porque irrumpía
del mundo de tu cuerpo, en el mundo más angosto,donde
no dejaba de elegir y de poder. ¡Oh madresde héroes! ¡Origen
de torrentes impetuosos!Vosotras abismos, en los que,
desde el borde altísimo del corazón, lamentándose,
se precipitan ya las muchachas, víctimas destinadas al hijo.
Porque el héroe pasó cual tempestad, sin detenerse en las estaciones del amor,
cada una le transportaba más alto, cada latir de un corazón que por él latió,
mas vuelto ya de espaldas, extinguidas las sonrisas, era otro.