Basquiat escribió:
Había una vez un Principito que tenía una preciosa corona. Un brujo malo y envidioso lo encerró en una torre, de donde no podía salir. El niño se encaramaba a lo alto de la torre y daba cabezazos contra los barrotes para que le oyeran y vinieran a liberarlo.No lo soltaron nunca y murió allí en la torre.
El ruido que hacía con la corona y que abarcaba kilómetros y kilómetros era tan hermoso, que desde todos los lugares los hombres se paraban a escucharlo, tendiendo sus manos al viento para intentar atraparlo con sus manos.